Un día ocurre una desgracia familiar: al casado se le muere la esposa, y al soltero se le hunde la lancha en el mar.
Una monja allegada a la familia va a presentar sus condolencias, y se dirigió al hombre que notó más compungido, en la seguridad de aquel debería ser el viudo.
—Acabo de enterarme de tu lamentable pérdida. Debe ser muy doloroso para ti... —dice la monja consolando al hombre.
—Si hermana, estoy destrozado, pero debo soportar esta dolorosa prueba...
—Te comprendo —dice la religiosa—, pero ¿cuéntame cómo ocurrió?
—Es que ya estaba vieja —contesta el pescador—, la rajadura de adelante era tan grande que me cabían las dos manos y el agujero posterior era más profundo cada día. La parte de atrás estaba muy caída y el frente estaba completamente liso, sin forma... estaba muy blanda y olía mucho a pescado podrido. Claro que la culpa es mía, porque solía prestársela a mis amigos para que se divirtieran; yo les pedía que la utilizaran con cuidado, pero ayer se montaron los cuatro a la vez, y ella no los resistió.
La monjita cayó desmayada, y cuando llega el otro gemelo para auxiliarla pregunta:
La monjita cayó desmayada, y cuando llega el otro gemelo para auxiliarla pregunta:
—¿Que le ocurrió a Sor Inocencia?
—No lo se... ¡¡¡No sabía que le tenía tanto amor a mi lancha...!!!
Aporte de ROSULO V
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