Sor Raimunda un día encontró en la calle una cotorra abandonada, y decidió llevarla al convento para protegerla, pero muy pronto descubrió que la cotorra solo sabía decir vulgaridades.
Un día, Sor Raimunda, desesperada de escuchar tantas groserías de la cotorra, optó por meterla al refrigerador para corregirla y se dedicó a orar para conseguir su propósito. Se concentró tanto en su oración, que los minutos pasaron sin darse cuenta y pasó un importante tiempo hasta que sobresaltada corrió al refrigerador para liberar al animal.
Cuando abrió la puerta, la cotorra casi congelada, salio lentamente, salto al hombro de la monjita y acercándose al oído le dijo:
—Quiero que me perdones por mi lenguaje y mi actitud, y te prometo que en adelante solo recitaré las oraciones que me has enseñado.
Sor Raimunda, convencida de que sus oraciones habían realizado un "milagro" al cambiar tan radicalmente la actitud de la cotorra, trato de hablar, pero fue interrumpida por el animalito quien dijo:
—¿Te puedo hacer una pregunta muy respetuosa?
—Claro, pregunta lo quieras —contesto la monja.
—¿Que *h&p#@$* fue lo que hizo el pollo que está allí dentro?...
Enviado por UNGENIO
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