Sin pensarlo, va rápidamente, se arma con garrote y empieza a golpear despiadadamente a los dos cuerpos que están acostados en su cama.
Ignorando los quejidos que provienen de la cama, sale dirigiéndose a la cocina en busca de un vaso con agua para calmar un poco su furia, pero al pasar por el estudio ve a su marido leyendo un libro tranquilamente.
—Hola mi amor —le dice él—, tus padres vinieron hoy de visita y yo los alojé en nuestra alcoba, ¿YA LOS SALUDASTE?
Colaboración de GUSTAVO VELASQUEZ.
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que buena
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