Llega una dama a hablar con el cura de su parroquia:
—Padre, tengo un problema!
—Si hija dime, ¿Cuál es tu problema?'
—Padre, tengo dos loritas, bonitas, pero lo único que saben decir es: "Hola somos prostitutas finas, ¿Quieren divertirte un rato?"
—El asunto es grave, pero le propongo algo —dice el sacerdote—.Yo tengo un par de loros a los que he enseñado a rezar; tráiga a sus loritas, las ponemos en la misma jaula con mis loros y ellos les enseñarán a orar, y así se les quitará lo mal habladas.
La señora, feliz con la propuesta, lleva las loritas a la iglesia al día siguiente. Al llegar con las loritas ve que los loros del Padre están en su jaula concentrados rezando el rosario. Meten a las loritas a la jaula y estas empiezan a gritar lo único que saben decir:
—Hola somos prostitutas finas. ¿Quieren divertirte un rato?
Uno de los loros levanta la cabeza las mira y le dice a sus compañeros:
—Hermanos, guarden los rosarios y dejen de rezar... nuestras plegarias han sido escuchadas: ¡LLEGARON LAS PUTIC@S!
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