—No lo recuerdo bien, pero creo que en la fiesta me acosté con un anestesista.
—¿Por qué lo dices? —Preguntan las otras.
—Porque no sentí nada, absolutamente nada...
—Entonces yo debí acostarme con el Director.—dice la segunda.
—¿Por qué piensas eso?
—Es que él solo daba órdenes y yo tenía que hacer todo el trabajo.
—Según eso —dice la tercera—, el mío debió ser un médico residente. Todo el tiempo preguntaba, "¿Va todo bien?, ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Esta bien así?"
—Yo si estoy totalmente segura de que el mío era un ascensorista —comenta la cuarta.
—¿Porqué tanta seguridad?
—Porque le detecté la pereza. Cuando quedamos solos, me miró asombrado y dijo: "¡Huy! no puede ser, esto es demasiado trabajo para mí, voy a buscar a un compañero que me ayude."
Todas miraron a la última enfermera que aún no hablaba y que tenía una cara de felicidad impresionante, así que le preguntan:
—¿Y a ti, quien te tocó?
—Creo que era un técnico en rayos X. Resultó maravilloso: Me hizo colocar; anteroposterior, lateral, ambas oblicuas, plano axial... y cuando terminó me dijo en tono de reclamo: "creo que te moviste... ahora tenemos que repetir todo".
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