—¿Te acuerdas de la hermosa abogada rubia con la que compartía mi bufete?
—Si claro, la hermosa e inteligente rubia... ¿Que ha pasado con ella? —pregunta el colega.
—Pues desde hace unos meses empezó a mostrar interés en mi, hablamos mucho, y yo terminé contándole que vivía solo con mi padre quien estaba ya muy enfermo, que pronto moriría, y que yo heredaría su inmensa fortuna con la cual entre otras cosas, montaría la mejor oficina de abogados del país... —contestó el joven.
—¡Caramba! —dijo el colega y agregó—. Y que dijo ella a ese respecto.
—Dijo que a ella no le interesaban los asuntos económicos, que para ella estaba primero lo espiritual que lo material, y que quería visitar a mi enfermo padre...
—¡Que bien! ¡Que desinteresada! —Exclamó el colega y luego indagó—. Me imagino que ella ahora es tu esposa, ¿verdad?
—No, no es mi esposa... —respondió el joven—. ¡¡¡AHORA ES MI MADRASTRA...!!!
Enseñanza: Los abogados son hábiles... pero las abogadas son mujeres.
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