Viendo que este defecto le podría crear problemas, llamó al sacristán para que le ayudara a solucionar el problema. El sacristán le propuso:
— Mire padre, le tengo la solución; Usted se amarra una cuerda a los genitales, yo me escondo detrás del altar, y cada vez que usted incurra en una exageración, yo halo un poco la cuerda, usted se da cuenta de lo que ocurre, y corrige su discurso.
El sacerdote acepto la propuesta de su auxiliar, y en la misa del siguiente Domingo, pusieron en marcha el plan; el cura se ató los genitales y el sacristán se escondió detrás del altar con el otro extremo de la cuerda.
El cura empezó su discurso diciendo:
— Hoy hablaremos de la pecadora arrepentida: María Magdalena era una mujer muy hermosa que tenia su cabello rubio muy largo... como de 10 metros...
El sacristán inmediatamente (ting) halo la cuerda, y el cura corrigió:
— Perdón amados hermanos; el cabello de la Magdalena tenía solo como dos metros...
El sacristán volvió a halar la cuerda (ting), y el cura corrigió:
— Perdón amados hermanos; El cabello de la Magdalena le llegaba solo a los tobillos...
El sacristán volvió a halar la cuerda (ting), y el cura corrigió:
—Perdón... el cabello de la Magdalena solo le llegaba a la cintura...
El sacristán, debido al polvo que había en su escondite, sufrió un ataque de estornudos, y esto hizo que halara de la cuerda de forma violenta y en repetidas ocasiones (ting, ting, ting, ting...), y el cura desesperado exclama:
— Perdón hermanos... ¡¡¡LA MAGDALENA ERA CALVA O SINO EL SACRISTÁN ME CAPA ...!!!
Colaboración de SIMÓN
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